Revista EL COLECTIVO

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lunes, 29 de agosto de 2011

“A MI ME DUELE EL DOLOR DE LOS DEMAS”



Charla con el músico uruguayo Anibal Sampayo:


- Quisiera preguntarle unas cuantas cosas.

- Sí, sí. Lo que guste.

- Ud. pertenece a una familia de músicos: de guitarreros, acordeonistas. ¿Cómo fue que se le dio por tocar el arpa?

- Bueno, eso ya vino en otra época. Yo salí de la escuela industrial con cuatro años de mecánico. Entonces me eligieron para ir a los ferrocarriles. Y en ese tiempo estaban los ingleses. Hasta el 48 manejaron casi todo ellos. Después, cuando la guerra, nos quedaron debiendo plata. Un ministro arregló así las cosas y nos dejaron los fierros viejos. El ferrocarril se fundió. Y ellos se juntaron con los norteamericanos y empezaron a hacer las rutas al lado de donde era el camino del tren. Y los camiones terminaron con el tren. Cuando empecé a trabajar tenía 16 años. Ahí conocí a los ingleses. Nos trataban como esclavos. Yo entraba a las 9 de la mañana con otros compañeros, éramos menores de edad. Después me corté un dedo que me hacía mucha falta para la guitarra. Yo desde los once ya tocaba la guitarra en las radios. Tenía un conjunto folklórico. Bueno, con este problema me despioné de los ingleses y me fui al campo con una tía hasta que cumplí los 18. Con la mayoría de edad formé con un conjunto paraguayo y nos fuimos: 3 años anduve por el Paraguay y allí aprendí, bueno, me dediqué al arpa, ¿no? Conocí el Paraguay y de vuelta conocí Bolivia. Conocí las minas y a la gente. Estaban los mensú. Todos eran muy explotados. Había lugares donde hacían un contrato y ponían el dedo, porque no sabían escribir. Y después, si querían irse tenían unos capangas que los baleaban. Todas esas injusticias me fueron quedando muy patentes. Conocí como era tan desigual el asunto. La explotación del hombre por el hombre, como decía el Ché. Después empecé a recorrer América. Volví, grabé. Estuve probando en Argentina.

- Ud. ya componía y grabó con un conjunto que lo acompañaba.
- Sí. Ahí estaba Oscar Valles. El primero que le grabó “La Compañera”, una zamba, fui yo. También me acompañaban dos guitarristas muy buenos.

- ¿Su primera composición fue la que interpretó ayer?
- ¿Cuál? ¿La del Rengo? Era la primera canción, sí. Trece años tenía. No era una cosa que pudiera considerarse una gran letra. Pero yo tenía otras obras. Ya en el 49 Samuel Aguayo me grabo una guaraña que se llamaba Noches de Amor que tuvo muchas grabaciones. También fui fundador del festival de Cosquín y el turquito Cafrune empieza a grabar cosas mías como “Río de los Pájaros”, “Kiyororo”.

- ¿Cuántos trabajos tiene grabados hasta ahora?
- ¿Usted dice discos y todo eso?. Y...canciones debe haber...Hace un tiempo yo grabé y había como 200 y algo. Y debo tener unas canciones más.
- ¿Y discos?

- ¡¡¡Faaa!!! Hay mucho. No sé. La discografía mía la tengo por ahí.
- Acá no se conoce mucho su obra. No se encuentra en las disquerías.
- Esto es por todo un silencio que se me hizo cuando la dictadura. Del 70 en adelante fue toda una persecución y se prohibieron mis canciones.

“HABIA QUE TENER UNA TACTICA PARA SOBREVIVIR”

- A usted se lo relacionó con los Tupamaros.
- Sí, yo caí por eso. También por las canciones con contenido social.

- Aníbal, usted tiene todo un repertorio que no conocemos mucho: canciones para el Ché, para el obispo Romero...
- Eso está todo grabado. Yo ya estaba en el exilio. Lo grabé en Suecia. He grabado incluso canciones para el General Torrijos a quien conocí en Panamá. Después tengo discos larga duración que tienen casi todo para héroes y mártires de América.
- Es lo que compuso estando exiliado.
- Sí. Al salir de la cárcel me hice un compromiso. Quedaban 2000 compañeros y era muy peligroso porque cada día se arriesgaban a que lo llevaran a la tortura.

- Usted estuvo casi 9 años preso en el penal de Libertad.
- Sí. Ahí hubo mucha tortura y muchas matanzas. En algún momento nosotros determinamos que se iba a hacer algo como en Trelew, acá en Argentina. Se iba a hacer parecer un motín para asesinar a una cantidad de compañeros. Eso no se pudo llevar a cabo porque nosotros alertamos a familiares y a las embajadas. Nosotros dentro estábamos muy unidos y cuando salimos tratamos de seguir así. Luchar por los presos que quedaban. Yo, en todos los países en que estuve denunciaba lo que pasaba allí. Lo que le habían hecho a las manos del argentino Miguel Ángel Estrella. La reina Juliana le había mandado un piano y los militares lo destruyeron por completo. Sólo le dieron el teclado mudo. Entonces él tocaba dentro de la celda. Una anécdota: había otro muchacho que tocaba bien la guitarra. Yo le decía: “lo que podes hacer es sacarle las cuerdas y ponerles unas de lana. Así cuando venga el milico va a creer que ustedes están locos”. Porque los dos estaban tocando “en mudo”. Estrella seguía con su piano, ensayando, pero no sonaba. (Se ríe)
Venían muchos organismos internacionales. Allí los militares nos llevaban a una celda con micrófonos. Cada cien metros había torretas cuidando todo el penal de afuera, con ametralladoras y todo lo demás. También alambres dobles cada siete metros como para que nadie se escapara.

- ¿Hubo mucha tortura psicológica, no?
- Cuando recién llegamos estaban muy duros. No me dejaban dormir, me golpeaban a cada paso. Una forma de tenerlo en jaque a uno. Hasta que un día aparece un cabo y me dice: “¿Usted es a Aníbal Sampayo?” Me pide que me acerque. “Yo tengo una letra- continúa- Un tango. A ver si usted le puede poner música”. Yo le dije: “Mire cabo, yo estoy pasando una situación bastante mala. Los soldados no me dejan dormir. Yo tengo que estar tranquilo para escribir. A ver, cántemela un poquito”. Y el tipo cantó: “Loquiiita míía” (entona) Un tango de esos...”Ah, pero está muy lindo - le digo -. Voy a ver si lo puedo hacer. Pero usted sabe: papel que hay yo tengo que tirarlo cuando viene a hacer requisa. Yo lo tiro al water “. Ahí se paró la cosa. Al tiempo volvió y le digo: “La llevo muy bien pero no tengo lápiz ni nada”. Entonces dio la orden y me trajeron. Eran maneras de poder zafar. Siempre había que tener una táctica para sobrevivir. En ese tiempo fue que saqué El Sitio Heroico, compuesto por setenta obras, que ahora las grabó un muchacho en Buenos Aires.

- Ud. Conservó como 16 canciones.
- Sí. Algunas se las debo a los muchachos que salían libres. Porque en un tiempo no se podía tener nada escrito.

- ¿Cómo hacía para no olvidarse? ¿Las tarareaba?
- Y me la iba aprendiendo toda. Incluso iba haciendo una coplita, una cuarteta. Cuando me quedaba bien redondita empezaba la otra sin olvidarme de esa.


“TIENE QUE HABER UNA CANCION DE AMOR AL PROJIMO”

- ¿De qué se trata El Sitio Heroico?


- De los 31 días de la resistencia de Paysandú. La música se la puso Hugo Merlo que también es de Paysandú.

- Sus composiciones fueron evolucionando: primero le cantaba al paisaje, después al hombre dentro del paisaje, su sufrimiento. Después hubo como una etapa de combate. Composiciones que tuvieron que ver con el momento que estaba pasando.



- Sí. Casi todo eso es lo que luego se prohibió. Siempre tuvieron contenido social mis canciones, porque me dolía mucho lo que le pasaba al pueblo: los pescadores, los hacheros. Toda esa gente que vive allí y está olvidada. Ahora le contaminaron el río que era lo único que tenían para el sustento de sus hijos. A otros como a Don Arguello, les robaron la tierra. Tuvo que venir al río a pescar. Yo me nutro de todo lo que le pasa a la gente. Así como hay canciones de amor, tiene que haber una canción de amor al prójimo. No solamente el amor individual. Porque la mayoría de las cosas que vienen en la música de afuera ponen eso. Cuando no es pornografía. Yo a veces digo: “Eso es un porno de 6 x 8 o en 3x4”. Les digo:”no hay que confundir gordura con hinchazón ni, como decía un paisano, pene de negro con morcilla” (risas).

- Hay que tener cuidado.
- A veces la gente confunde. Pero lo mío no es panfleto. Ahí están los personajes. Viven.

- También la canción panfletaria sirvió en algún momento.
- Ah, bueno. Seguro. Pero no convienen esos extremos porque eso no le sirve a la gente. Al pueblo hay que educarlo por medio de la canción. Siempre digo que las coplas son las boleadoras. Hay que pulirlas bien, redondearlas para largarlas después con certeza. La canción puede llegar mucho más que un discurso político. La canción sigue martillando el problema. Pero para combatirlas ellos siempre tienen que ponerles un sello: “Y, el es comunista”. Fijate vos, Artigas hoy sería comunista.

- Ud. Compuso el Himno para la Central Nacional de Trabajadores(CNT).
- Sí. Tengo un himno que se cantó y lo grabé en Suecia. Ahora vamos a sacar un disco con la China Zorrilla y toda la Cantata de Artigas. También tengo un himno a Puerto Rico y para el General Torrijos. Yo soy muy sincero para decir las cosas. Mis canciones van a quedar, ya pasaron a ser del pueblo. Una vez en Capital Federal, por la calle Florida, entre una multitud un tipo delante de mí iba chiflando Río de los Pájaros. Ahí digo: “la puta, yo no he trabajado al cuete”. No le dije nada pero me enorgulleció el haber hecho una canción que le sirva al hombre , a su corazón.

“NOS COMPROMETIMOS A LUCHAR POR LOS PRESOS QUE QUEDARON”

- ¿Cómo pasó el exilio? Me imagino que en Suecia tuvo que empezar todo de nuevo.

- De nuevo, no porque con otros compañeros habíamos quedado en encontrarnos allí. Ahí conocí a Olof Palmer, el primer ministro que luego fue asesinado.
- ¿Cómo se las arreglaba con el idioma?
- Siempre tenía un compañero que sabía de esos idiomas y era guitarrista además. Yo me dediqué a llevar mi música a muchos países. En los recitales yo salía a decirles que en Uruguay había una dictadura, que yo había salido de allí y que no quería que mis compañeros siguieran sufriendo allí. Tocaba las canciones y conversaba como estoy conversando contigo. Y salían preguntas. La gente no podía creer que los milicos fueran tan brutos. Un día me ataron a los tobillos e iba todo encapuchado. Más allá me bajaron y luego fui atado con piedras y alambres. Me dijeron: “Ahora le vas a cantar a tu río”. Pero yo conozco toda mi tierra y ví que era el arroyo La Curtiembre. Yo les dije: “Y bueno, metanlé, que vacer”. Cómo que me iban a ahorgar. Pero yo sabía que ese no era el Río Uruguay. Pensé que me querían llevar a “La Fusilera”, más arriba, que me iban a matar ahí. La tortura psicológica era constante. Te sacaban del penal y no sabías a donde te llevaban. Hacían lo que querían y nadie controlaba. Venía la orden de sacarte y te sacaban para cualquier lado. Ahí te jugabas el todo por el todo. De repente no te sacaban ese día sino a los dos. Y siempre estás pensando en eso. Yo no quería tomar ninguna píldora ni nada para dormir. Lo que uno espera es que empiece el baile de una vez. Que empiecen a pegar. A veces los puteaba: “¡Y bueno, empiecen carajo. Qué mierda!”. Ahí te daban un palo. Yo sufrí como dos años de un garrotazo en el tórax. A veces pensaba:”Y bueno, por qué no me matan de una vez y se acabó el partido”. Era mejor que te mataran y no sufrir tanto.

- ¿Alguna vez le dijeron la razón por qué lo habían encarcelado?
- Me dijeron que yo tenía simpatía por los Tupamaros. En realidad yo nunca tuve militancia en ningún partido. Yo era un tipo que escribía. El lider principal mío fue Artigas. Era artiguista desde gurí. Yo les decía: “A mí no me pongan otros istas. Por qué me meten en esa cuestión”. Y no los convencía mucho, que vacer (se ríe).


“NO PUEDE HABER UNA DEMOCRACIA CON PRESOS POLITICOS”

- La democracia volvió a Uruguay pero usted no regresó enseguida.

- Yo me quedé cerca, principalmente en Entre Ríos donde tengo amigos y no crucé. Dije: “No puede haber una democracia con presos políticos. Cuando suelten al último preso, yo voy a cruzar el puente”. Y así lo hice. Muchos artistas ya habian retornado y llenaron algunos estadios. Yo fui el último y llené un estadio chiquito porque ya habían pasado todos los artistas (se ríe).

- ¿Cuándo vuelve a Uruguay?
- Yo volví a Argentina a fines del 84 en el estadio Obras con Los Trovadores y Marian Farías Gómez. Y al Uruguay retorné cuando soltaron a los presos. Me parece que fue en Abril del 85. Crucé de Colón. Ahí estaba con mi amigo Martí y sus hijos, Polito, toda esa gente. Recuerdo con emoción cuando en Rosario del Tala, durante un festival donde yo salgo cantando “Río de los Pájaros” y una cantidad de niños en coro se subieron al escenario y cantamos todos juntos. Todavía yo estaba medio prohibido. Y encontré por ahí algunos discos rayados con clavos. Rayaban los que no se podían pasar. A los que quedaban los pasaban. En “El Espectador”, ¿Sabés que hicieron los muchachos? . Cuando los militares llegaron para llevarse mis discos, los locutores los salvaron metiéndolos en un sobre de los Beatles.(Ríe)

- También se decía que circulaba una edición de “Las venas abiertas de América Latina” de Galeano con las tapas de un libro de Doña Petrona.
- Seguro, puede haber pasado. (¿Qué es esto que me puso el Zurdo? ¿Será agua?)

- “ TENGO QUE VIVIR ENTRE DOS MUNDOS”

- Ud. vive un poco en Uruguay y un poco en Suecia. ¿Es algo inevitable?
- Pero yo escribo allá como si estuviera al lado del río. Lo conozco tanto que no preciso estar. Yo cuando me fui lleve el país conmigo. Acá dentro estaba. Estoy lejos pero estoy cerca. Pero también extraño a los amigos que tengo como el Zurdo o el amigo Martí. Para ellos yo estuve siempre adentro y ellos también para mí. Y cuando estoy acá extraño mucho a mis nietos y a los hijos. Pero yo estoy contento porque a mi hijo lo llevé a fines de los 80, clandestino, con 12 años . Hoy es ingeniero. Arregla computadoras. Anduvo por Inglaterra, Noruega. Es muy calificado. Yo le decía: “Mire mijo, a estos gringos hay que sacarles todos lo mejor que tengan”. El se casó allá con una sueca muy buena y ahora tengo 3 nietos. Porque si lo trajeran acá, ¿qué le damos hoy, como está el Uruguay? Yo no los voy a desarraigar tampoco. Yo tengo que vivir entre dos mundos, entre dos culturas, si se quiere. Siempre digo: en Suecia está mejor repartida la cosa: nadie pasa hambre, todos tienen techo. Allá no hay linyeras, no se podría con 30 grados bajo cero. La medicina es gratis. En cambio, esta es una sociedad regida por un capitalismo feroz y el que no tiene nada se muere. Que se joda. Y mi hija se casó con un gurí de Paisandú y ya tienen dos hijos y están arraigados allá.

- ¿Uruguay está más o menos como nosotros?
- Está más jodido porque aquí es más grande y hay más posibilidades. Desocupación hay en todos los lugares.

- Pero en Europa hay seguro de desempleo, por ejemplo.
- Ah, sí. Si alguna fábrica cierra el tipo va al servicio social y ahí le dan todo. Hasta los mamados la pasan bien. Los tienen como enfermos. Se compran una botella, se maman en un banco y, si se caen, viene la policía y los llevan a dormir. Si hace frío lo meten en celdas con calefacción (risas). En Uruguay muchos gobernantes pasean por Punta del Este o estan en Carrasco para hacer creer que este es un mundo bárbaro. Pero no van a los rancheríos. No ven el hambre de la gente, niños que no pueden ir a la escuela revisando basurales. Esas son cosas que me duelen mucho. Me duele el dolor de los demás y también lo escribo. Por eso no hay que ponerle panfleto. Las cosas que yo reflejo son verdades. Y sino que salgan a ver afuera.
(Entrevista aparecida en la revista EL COLECTIVO del 2005)

lunes, 22 de agosto de 2011

“ESTE MODELO SOLO SE SOSTIENE SI NO SOMOS CAPACES DE REACCIONAR FRENTE A EL”


Por DANIEL VERZEÑASSI

Voces de todo el mundo alertan sobre el comienzo del fin de la llamada era del petróleo. La “energía barata” no tiene mucho resto. Sin embargo, lejos de tomar las medidas necesarias para enfrentar esta crisis, seguimos mercantilizando la vida y la urbanidad, fabricando necesidades y derroches sin tener en cuenta los ciclos vitales ni respetar la existencia de millones de hombres y mujeres que cotidianamente son sacrificados en las hogueras del consumo. “Se está cayendo un mundo”, advierte el doctor Daniel Verzeñassi, integrante del Foro Ecologista de Paraná, acercándonos otra manera de entender los consumos, la urbanidad y el cuidado de la naturaleza a la cual pertenecemos.


La vida de la ciudad es un proceso lento. Las construcciones de las ciudades son procesos lentos. Y querer apresurar los tiempos de la historia es una pérdida de tiempo. Hoy se está desarmando lo construido desde los viejos paradigmas. En realidad, el presente que vivimos no es justamente el resultado del progreso del pasado: es su colapso.
A la luz de la experiencia, esta especie en que nos hemos constituido está dando aviso de que no supimos preservar la fuente energética que eligió esta civilización del hiperconsumo y la hipertecnología que para sostenerse necesita ocho planetas. Pero, como tenemos uno, están viendo la manera de resolver lo imposible. Para mantenerse en esta locura, se invaden países, se inventan armas de destrucción masivas e intolerancias islámicas. Con el fin del comunismo debieron buscar nuevos motivos para sostener ese fulgor del pasado. Pero lo que estamos viendo es el fulgor de una implosión. Se está cayendo un mundo. Su caída y arrastre cuesta mucho dolor.
Para sostener las demandas tecnológicas como las telefonías celulares hiperdesarrrolladas, por ejemplo, estamos permitiendo que se liquiden territorios y la vida de millones de personas en República Democrática del Congo, Sudán, Somalía, Níger, Uganda, Kenia y Ruanda. De estos países se saca el coltán (aleación metálica de Columbio y Tantalio), insumo básico para el desarrollo de los hilos superconductores de la electrónica miniaturizada.
A comienzos de los 90 las compañías telefónicas en Argentina ya habían saturado el mercado de telefonía celular en nuestro país (alrededor de 300 o 400.000). Entonces se lanzaron a la “construcción” de una necesidad con los resultados por todos conocidos. Sería legítima la fabricación de necesidades si el mundo fuera infinito y para proveer esas locuras consumistas no hubiera que sacrificar la vida de nadie. Pero el mundo es finito y para lograrlo se están liquidando países enteros. Y se agregan deformaciones culturales de derroches, despilfarros, de consumismo como razón de vivir y comenzar el día. Con el mismo criterio se liquidan cuencas como la del río Uruguay en nombre de la necesidad de pasta de celulosa y papel para el suntuarismo y el packaging. No es que se estén escribiendo libros para ilustrar al mundo y, a causa de esa ilustración, sacrifiquen alguna cuenca. No es así. Además, un mundo en proceso evolutivo de conciencia creciente, jamás lo haría a expensas de sí mismo.
Ese mundo del descontrol y despilfarro no puede ser jamás una expresión de progreso porque no contempla la finitud del sistema mayor que nos contiene: la tierra y el deterioro de sus ciclos de vida.
José Martí decía que en la humanidad debe haber siempre una cuota mínima y necesaria de luz. Cuando muchos la pierden, unos poquitos la concentran para preservarla y tenerla al alcance cuando esos muchos decidan recuperarla.
En estos tiempos que vivimos muy pocos han sido contempladores y sabedores de los ciclos. Esos pocos son los pueblos originarios. Empujados al exterminio, supieron resguardar ese lado que la humanidad necesita para conservarse como tal y seguir siendo lo que el “progreso” quiso expulsar. Estos grandes diferentes del planeta nos están esperando con sus saberes en una esfera de paciencias ancestrales. Tenemos que reencontrar esos saberes y esas formas que no tienen nada que ver con lo que nos han transmitido, los parámetros que siguen diseñando la vida de todos los días y ordenando corredores bioceanicos, cuencas de pasta, espacios de futuros usos comerciales del agua porque, así como antes fue el petróleo, el agua está convirtiéndose en el gran pasaporte a la riqueza.
La soberbia del paradigma en que vivimos nos ha hecho perder el sentido de la finitud. Saber que vivimos en un mundo, un espacio medible.
Hace cincuenta años nos hubiera costado la hoguera alertar sobre la contaminación de los océanos, el derretimiento de los hielos por la quema de combustibles y la emisión de gases que provoca el efecto invernadero. Mucha gente ha pagado con su dolor profundo, su desclasamiento y descalificación por haberse animado a decir que por acá no, que por esos lados vamos mal.
Ahora el tema está consolidado y hasta se ganan premios Nóbel por hablar de ello. Pero esto sucede en las mismas latitudes que antes negaban el problema, en el Norte. Y los copiadores del Sur, los colonizados con decisión de gobierno ahora reconocen las llegadas de aquellas viejas advertencias, porque las trae Al Gore, que además viene no por el preocupe el cambio climático y sus efectos, sino para promover el agrocombustible, que ellos necesitan, para continuar con su “fiesta del derroche”. Y como si fuera poco, vienen a convencernos que puede seguirse con el despilfarro, si se lo hace prolijo, como modos de “desarrollo limpio”. Y acá miran, se deslumbran, y aplauden al enemigo. Pero lo que ahora se dice allá ha tenido sus antecedentes y sus búsquedas en estas latitudes. Y, en nuestras ciudades del interior, es donde se empiezan a decir cosas antes del tiempo que esperaban nos diéramos cuenta. Es desde estos interiores – que son los más azotados- que se levantan las voces contra las mineras, las cuencas de pasta, por la defensa de las reservas de aguas subterráneas y de superficie. También contra lo que se anuncia como progreso: corredores bioceanicos como habilitación de transporte para la explotación y ruptura de ecosistemas. Son los proyectos de IIRSA (Infraestructuras para la Integración Regional de Sur América) en América del Sur.

CONSUMO E IDENTIDAD
En nuestras ciudades está muy clara la interrelación de sistemas. Entonces, cuando nosotros cuidamos el Río Paraná estamos cuidando el Río de la Plata. Cuando cuidamos las riberas estamos cuidando que sea posible la continuidad de la vida de bordes costeros, vitales en la dinámica biológica de los territorios en que vivimos. Pero la dinámica biológica no es cuidar las mojarritas. Es entender a la mojarra, es entender al pacú, al dorado y al sábalo como parte de un sistema que también integran los hombres y mujeres. Y las forestas y acuáticas de fondos y bordes. Somos parte de ese proceso. Somos ese proceso.
Esta cultura ha tenido la habilidad – no se sí perseguida como objetivo pero si logrado- de borrar nuestro sentido de pertenencia. Nos disfrazamos de lo que no somos y saludamos el “progreso” sin entender que estamos saludando nuestra pérdida de identidad. Festejamos que nos estandaricen las ciudades y que la arquitectura para un paseo público de acá termine siendo la misma que la de Venado Tuerto, Rosario, Viedma o San Salvador de Jujuy. Pero hay rasgos de identidad que, al perderse, van anunciado las desapariciones de espacios. Y con ese desaparecer, comienza el final de quienes habitan, muchas veces sin reconocerse parte de lo que habrán de borrar para siempre. Entonces, cuando la gente de la zona del Hipódromo pide la continuidad de su mirar hacia ese predio para contemplar ese escenario cotidiano, están reclamando por ellos mismos. Sin embargo otros vecinos reclaman el “progreso” y lo relacionan con shopping, salas de cines, torres,...aunque no vayan nunca al cine Rex y no adviertan lo que resignan con las construcciones de altura en servicios, en luz, en sol, en aires y barridos de suciedad ambiental por interrupción de corredores, en la intimidad de sus casas, en silencios, tan buscados en cualquier ciudad del mundo. Los silencios parecen tener valor inmobiliario solo para ofrecerlo a ricos y pudientes. La calle Mitre y su vecindario piden tranquilidad, alejar el movimiento de sus moradas. Los de Barrio Hipódromo piden movimiento, ruidos y consumo, pero nuestra identidad no solo se compone con el nombre y apellido, nuestra familia y allegados. El paisaje también es parte de ella. Aunque debamos trasladarnos a otro lugar, son aquellos rasgos de distingo los que van a acompañarnos toda la vida. Nosotros somos ese paisaje.
Lo mismo está pasando con todos los lugares que han puesto en la mira ,le han puesto precio a cada uno, : el mercado, el Puerto Nuevo, el Parque Nuevo, la fábrica de fósforos, los bordes costeros, los Arenales, el monte de la periferia oeste, el de los campos militares. Están decidiendo sin saber lo que son esos lugares. Lo hacen desde una mirada mercantil y consumista. Ven un lugar y dicen: “Acá entraran tantos edificios”. Es la soja que llega a las ciudades en dineros abultados para invertir en negocios inmobiliarios.
Están liquidando el patrimonio identitario de la ciudad. Y lo más terrible es que esto lo está llevando adelante gente embanderada de pensamientos nacionales y hacen homenajes en una Semana de la Memoria y la Identidad.
Días atrás, el humo invadió la ciudad como producto de la quema de basura. No saben que hacer con ella ni como controlar sus consecuencias. Sabemos que el 70/80 % de la basura está compuesto por plástico (packaging). Y esto es enfermedad. Estamos muriendo por el humo y nos proponen “mall” comercial, shoppping, que son las principales fábricas de basura desde sus góndolas y propuestas de consumo compulsivo. Como se regodeaba un gerente de ventas: “es increíble lo que se le puede hacer comprar a la gente en estos lugares, sin que lo hubieran venido a buscar”. ¡Qué maravilla de modelo y solidaridad!
En países centrales hay una transformación muy seria respecto de la comercialización. El presidente de Francia Nicolás Sarkozy, por ejemplo, está buscando cómo volver a un comercio de aproximación barrial, que tenga en cuenta el nuevo costo de traslado. Quieren entretejer nuevamente a las ciudades. Que vuelvan a existir los barrios, recuperar los vínculos y el conocimiento humano. Que el mostrador sea lugar de encuentro y diálogo, no la góndola. En el mostrador se pide lo que se busca. En la góndola, en cambio, se levanta lo que está al paso. Se está buscando como desarmar la tecnología enajenante y esquizofrénica para devolverse formas rehumanizadas de consumo. Este modo de mercantilizar la vida y la urbanidad está llamándose a retirada en todo el mundo. Estamos asistiendo al final de la era del petróleo, es decir, de la energía barata. En tres o cuatro años llegara el pico petrolero – punto máximo de extracción que el planeta posee. Después de eso, todo lo que se saque del petróleo va a ser menos que lo sacado ayer. Es decir, llega un punto en que decrece la extracción y en esa caída los traslados de personas, de mercancías, van a ser cada vez más prohibitivos. Es más, van a ser indecorosos. Las ciudades van a compactarse nuevamente. Las comunidades que ya no puedan trasladarse tendrán que gestar mecanismos que les permitan vivir con lo que tienen próximo.


SOBERANÍA Y SEGURIDAD ALIMENTARIA

El agua, el aire y el alimento, indispensables para que biológica y fisiológicamente sea posible la vida, están en riesgo.
Las fuentes primarias de alimento están en riesgo porque vamos hacia un proceso hiperdemográfico insostenible para el modelo de consumo actual. Desde los lugares del mundo donde se toman las decisiones están viendo como regular las poblaciones mundiales porque saben que se terminan los recursos para la alimentación. En la creencia de que la tecnología habrá de resolverlo todo, desconocen los ciclos de la vida, dejando el campo arrasado y con costos irreparables. Entonces, mientras encuentran la forma de arreglar lo que deshicieron en sus propios ecosistemas, echan mano a los ecosistemas ajenos. Piensan que cuando terminen de contaminar, saquear y destruir estas latitudes, habrán recuperado sus espacios vitales.
Para mantener la línea alimentaria de los países del norte nos hemos convertido en meros productores de forraje. Mientras tanto, están practicando una agricultura amigable con el entorno para volver a generar los ciclos. Van camino a producciones orgánicas. Se dan unos 35 años para recuperar los suelos. Tal vez ese sea el tiempo que nos quede.
Nuestras tierras mantendrán este proceso de transición, dándole de comer a sus estómagos y haciendo marchar sus autos y motores. La producción local y la autonomía alimentaria son claves. Esto es lo que se llama soberanía y seguridad alimentaria. Los gritos revolucionarios del mundo pasan por la soberanía y la seguridad alimentaria. Es revolucionario transformar este modelo porque solo se sostiene si no somos capaces de reaccionar frente a él. Piensan salvarse a costa nuestra. Aún así el modelo no cierra porque el mundo es un solo gran sistema. Siempre han creído que pueden sacrificar una parte, total funciona la otra, además queda lejos. Pero nada queda lejos. Y no es por Internet que esto sucede: el derroche, el desastre ecosistémico ha acercado. Siguen sin entender que el mundo es un gran organismo vivo. Por eso están liquidando hasta los rincones más olvidados de un espacio arrasando todo vestigio de biodiversidad de tal manera que no tengamos retorno y no pueda volverse al modelo de monte nativo y que nuestros gobernantes digan que ya nada puede hacerse. Llegar a un punto donde no pueda retrocederse. Nuestros políticos no se dan por enterados. Las ciudades donde vivimos tienen que construir sus cinturones de producción frutihortícolas devolviéndoles a la población urbana la posibilidad de discernir el valor de la producción alimentaria y de recolección. Hay que implantar frutales en espacios públicos urbanos, en parques y arroyos. Pero estamos tan colonizados y olvidados de lo que somos, que nos parece imposible que ocurra. Afirman que es imposible, que van a robar los frutos. Es como decir que el que va de pesca nos está robando los peces.

EXCLUSIONES
Tenemos que recuperar los ciclos en un corto plazo porque vamos en camino a un desierto irrecuperable. Los suelos de la soja y otros monocultivos de commodities, son extractivos de nutrientes. Sobre todo de los fosfatos, que se agotan para siempre en no mas de 30 años. Posiblemente en mucho menos.
¿Qué han pensado para nosotros los que saben de esto?, ¿Qué destino nos han asignado? ¿En un mundo de cuanta gente están pensando? Y cuando piensan, ¿dónde nos ubican a nosotros?
Naciones Unidas acaba de anunciar que dentro de doce años, 88 de cada cien hombres y mujeres del mundo no van a acceder a agua confiable. ¿Nosotros estamos dentro de los 12 o de los 88?
Cuando uno plantea este escenario donde nuestra política sigue alimentando este modelo de disparar hacia el abismo, vemos la necesidad de encontrar la manera de escucharnos. Vemos también el empecinamiento, la soberbia y la adscripción al mercantilismo y la codicia de funcionarios de Turismo, de la Producción, de Urbanismo y Arquitectura argumentando que “en Paraná te aburrís”. ¿Y qué les quita el aburrimiento?
¿Peko’s? Este es otro legado de esta colonización cultural sufrida. El aburrimiento urbano. La pérdida de la capacidad del asombro en nuestras ciudades artificiales. La pérdida de la curiosidad y del sorprenderse ante la vida y sus misterios. Entonces debemos fabricar diversión.
En realidad, cuando miramos el Parque Nuevo, sorprende su capacidad cambiante. Un día es distinto a otro. En cambio, la artificialidad todos los días repite lo mismo. Dicen que el parque está abandonado y que algo hay que hacer allí. Entonces, desde el justicierismo social, el soberanismo político y el independientismo económico están haciendo un nuevo espacio de excluidos. Les construyen una nueva vidriera para poner la ñata contra el vidrio. Otra más para que vayan a ver los que no pueden.
PERTENENCIAS
Tenemos que reencontrarnos con lo que somos desde una mirada biocentrica. Hemos perdido nuestro saber sobre quienes somos, de donde venimos y a qué pertenecemos. Nosotros pertenecemos a la tierra. Somos la tierra. Somos el lugar en que vivimos. La familiaridad, la cotidianidad nos señala.
En la diversidad biológica tenemos el sostenimiento de nuestras vidas. Esto nos ha sido ocultado por el avance cultural de la góndola o de la producción puesta en el cajón de frutas o verduras pero sin renunciar a la verdulería del barrio podríamos recuperar nuestra diversidad del consumo, devolvernos nuestra capacidad de recolectores y con ello la posibilidad del obsequio, del ofrecimiento. Poder expresarse en el intercambio de una cesta con frutos o un puñado de semillas. Ese proceso de encuentro humano a través del entramado de la vida tiene posibilidades inexploradas. ¿Cuánta frustración hay en la violencia de aquellos que marginamos cultural, social y económicamente? ¿Cuánta frustración encierra el no poder nunca regalar u ofrecer? Como el “Juan boliche” en su queja, “...yo nunca puedo invitar” El que regala, el que ofrece, el que entrega tiene la posibilidad de expresar aspectos de su humanidad que, a su vez, rehumanizan estos procesos de barbarie de nuestras sociedades brutalmente empujadas a la marginalidad, a la exclusión y a los resultados, respuestas y rebotes de esa exclusión.
Entonces, donde hoy puede instalarse un lugar al cual acceder pagando una entrada, podrían estar los bosques de nuestros frutales, encontrando una posibilidad de recolectar para el intercambio, para el compartir.
Las sociedades excluyentes como las nuestras son reactantes con nuestros pensamientos y propuestas porque no entienden como posible el volver a encontrarnos en la riqueza de lo diverso, lejos del alcance de la pobreza reduccionista y segregante de lo hegemónico. Pero los sostenedores de ese pensamiento están en un proceso de implosión humana tremendo. No pueden explicarse por qué no son felices pese a todo lo que tienen. Ya casi ni se preguntan por las adicciones y violencias en sus hijos, en ellos mismos y también en la sociedad irradiada por estos valores...
Sin desconocer su poder destructivo también son ellos motivo de nuestra preocupación porque son la expresión de un proceso civilizatorio terminal, del que nos debemos enriquecer en saberes para reconocer los equívocos y pérdidas de caminos. En ese devenir no podemos estar desprevenidos de las malas artes que permanentemente hacen funcionar quienes nos provocan el rechazo pero también la compasión. No podemos ser ingenuos o dubitativos en algunas posiciones en las que debemos tener firmeza. Creemos en los retornos desde esas esferas, pero no pueden hacerlo como vanguardia o con liderazgos quienes, desde la “responsabilidad social empresaria”, vienen explicando como se puede producir a esta escala de exclusiones sin dañar el agua, el aire y la tierra. Son “verdes” pero desde el corporativismo mundial y el libre comercio.
Los grandes interrogantes a plantearnos son ¿Qué necesitamos para vivir? ¿Cuál es la vida que queremos? ¿Cuál es la ciencia y la tecnología a la que hemos hecho adscripción para la vida? Cuando reconozcamos la disociación y los desvaríos a los que hemos llegado, podremos encontrar los retornos a los que naturalmente somos. No serán retornos al pasado sino a la casa. No será un retorno en el tiempo sino al lugar, a la esencialidad.

Nota aparecida en Revista EL COLECTIVO de Mayo del 2008

sábado, 20 de agosto de 2011

"EL PERIODISMO ESTÁ LLENO DE LUGARES COMUNES"




Charla con Maxi Sanguinetti
Por Osvaldo Quintana
Maximiliano Sanguinetti es Comunicador Social, humorista gráfico y editor de múltiples publicaciones autogestionadas. Tiene un humor ácido que muchas veces molesta en un medio poco dispuesto a recibir críticas en vez de la adulación acostumbrada.
Actualmente trabaja en el Semanario Análisis de la Actualidad y coordina, junto a Florencia Penna, el fanzine cultural Menos que Cero (MQC).
De espíritu mutante y a veces contradictorio, el Maxi hizo un alto en su trabajo en una conocida librería local para dialogar con El Colectivo sobre sus sospechas, convicciones y algunas certezas.


¿Dónde estudiaste diseño gráfico?
No, yo no dibujo bien, digamos. A mí me gustaban el humor gráfico y la historieta como género, una forma muy directa y precisa de decir las cosas. De chico leí mucho a Mafalda. Mi viejo compraba la Humor. Había medios de historieta y humor muy populares. Ahora están recluidos en los diarios. Y prácticamente hace año y medio que no dibujo nada. Estoy escribiendo, me esta gustando más el laburo de edición. Lo mismo en la MQC. Ahora estoy enloquecido haciendo música con la computadora.
¿Vos sos músico?
No (se ríe con ganas) Yo no soy nada. Yo soy un cara rota. Me grabé unos programitas en la compu y empecé a descubrir algunas cosas y dije: “Puta, un beatle hubiera pagado oro por hacer esto”. Yo le digo a un amigo que voy a sacar un disco que se va a llamar “Before Librería”, porque lo voy a hacer después que salgo de laburar.

HAGALO USTED MISMO
¿Cómo empezaste a publicar?
Yo venía de la Normal. Había sido secretario de prensa del Centro de Estudiantes y ahí sacamos una revista llamada Desafío, donde escribía editoriales y metía humor grafico.
Cuando empiezo la facultad lo conozco al Faca Vázquez, un músico y dibujante, con el, Ramiro Muñoz (Ram) y Lisandro Pierotti hacemos un fanzine que se llamaba La Teta Psicodélica. Salieron cuatro números entre el 90 y 91 aproximadamente. Lo publicitábamos en la peatonal vestidos de hombres sándwich con una mina con una teta volando. Tirábamos 200 ejemplares que se agotaban. Una experiencia muy buena, con una libertad total. Y todo a fotocopia y Letraset. Durante los 90 hice varias publicaciones con las primeras computadoras que tuve.
Vos estudiaste Comunicación Social en Rosario ¿Resaca Producciones surge allí, no es cierto?
La hice un poco allá y un poco acá porque viajaba mucho. Seguía laburando acá, entre comillas, haciendo lo de Análisis. Resaca fue como diferentes nombres que se correspondían con ciertos estados anímicos míos de denominar las ganas de hacer cosas.
Resaca Comix, por ejemplo, fue un proyecto de mi hermano menor que dibujaba historietas junto con otros amigos, yo me incorpore con la intención de potenciar eso, agregándole otras cosas.



Después Terminal fue de una época media anarquista que tuve en Rosario: una experiencia okupa en un galpón del puerto. De vivir allí y generar actividades. Confluían personas muy disímiles: desde profesores universitarios hasta gente de la calle. También participé de algunos eventos en la Biblioteca Anarquista Alberto Giraldo donde había clubes de trueque y feria de libros. Estaba imbuido en ese espíritu. Y el primer número fue la idea de una revista anarquista, de choque. En realidad Terminal era como un juego estético que respondía a ciertas inquietudes mías en ese momento.
Bueno, hubo otras publicaciones. Durante el 2001, por ejemplo, en unos talleres que hice en Crespo sacamos una revistita llamada El Pollo Alegre con los trabajos de los chicos.
Siempre has trabajado en proyectos autogestionados.
Soy un convencido de que hay un plus cuando sos responsable de todo, una satisfacción extra que no tiene que ver con que se venda o lo comenten en el diario. Yo no tengo hijos pero debe ser bastante parecido. No tuviste que llorarle a nadie. Si el estado no me da publicidad. ¿A mi que me importa? Mejor, duermo más tranquilo.
Claro, a veces es un contrasentido: criticar al poder y por otro lado querer que te subsidien.
Yo digo que hay que tener en cuenta que los fondos que maneja el Estado son nuestros y por lo tanto, si eventualmente uno tiene que usufructuar algo, estamos en nuestro derecho. Y las veces que hemos solicitado un espacio para un evento, que es lo mas cerca que hemos estado, he sentido que estoy recuperando algo que me corresponde. Lo que no hay que hacer es comprometer algo del proyecto. Hay una lógica que tiene el Estado como toda institución burocrática : capta energía que ellos no tienen. Y yo pienso que lugares hay, si no nos gustan hagamos otros. Hay que crear alteridad. Es fácil pedir esos espacios, lo difícil es crear otros.

CRITICANDO ANDO
¿Cómo nace MQC?

Leo una nota que salió en Radar que hablaba del Expreso Imaginario titulada, “Que se puede hacer salvo hacer revistas” y digo, “puta, vamos a hacer la revista que a nosotros nos gustaría hacer y que como lector me gustaría leer donde se filtre todo el encefalograma que soy yo”. Yo soy geminiano y rata de agua. ¿Viste que el periodismo esta lleno de lugares comunes?: que hay que conservar el estilo, el diseño. ¿Por qué? Si ese espacio es mío. Obviamente se van filtrando ciertas búsquedas, descubrimientos. En el último número estuvimos leyendo mucho a los situacionistas franceses. Esa idea de aunar arte, política y militancia en lo cotidiano, no en proyectos. Estoy imbuido de todo ese espíritu. Siempre se filtran las lecturas que hacemos tanto Florencia como yo.
Desde la MQC critican mucho al provincianismo, los personajes culturales de la región y también al periodismo…
Sí, el estereotipo del provincianismo. Fijate los medios gráficos que reflejan de la cultura. Primero que no tienen ninguna actitud crítica, supongo que porque no pueden. Aparte se hace un folklore de las mismas personas. No es que diga que no lo merecen. Capaz que sí. Yo no lo puedo disfrutar, pero un periodista tiene que tener la inquietud de escuchar otras cosas que están pasando. Acá funciona la cuestión de que: yo laburo en un medio, la información tiene que venir a mi y no yo ir a buscarla.
Con la sección “Criticando ando” supieron tener algunos problemas.
Hemos hecho una autocrítica muy grande y la cambiamos por “Alabando ando” donde hablamos solamente de las cosas que nos gustan. Es hacer lo mismo pero más suave. Yo naturalmente soy así, muy impulsivo. La idea era poner una marca, un estilo. Pero después iba a transformarse en el motivo por el que la gente la comprase. Y cuando se esta volviendo previsible me gusta correrme. Aparte me generaba algunas situaciones con gente que yo apreciaba.
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Muchas veces se reían de ustedes mismos.
Acá básicamente falta sentido del humor, es todo muy solemne. Hay figuras que son intocables. ¿Su obra está bárbara? ¿Su compromiso está bárbaro? ¿Porque son intocables? ¿Dónde dice? Intocables son los bustos, los mármoles. Entonces cuando empezas a joder por ese lado, saltan. De hecho durante un tiempito veíamos que no se difundían nuestras actividades. Pasa que acá hay mucha solemnidad, se la creen mucho.
Uds. dicen que no son periodistas.
Yo nunca pude laburar de periodista, no tengo disciplina. También está una de las críticas que les hace al periodismo gente como Henry Miller, Symns o Bukowski: la literatura está en otro lado, en la calle. Nosotros nos sentimos herederos de eso porque mi cultura es una cultura bien urbana, de estar en la calle, ligada a la cultura del rock. Vengo de ese palo. Entonces ver que el periodismo es una especie de sacerdocio que tiene sus padres fundadores y que sé yo. Me dan ganas de irme a otro lado. Yo veo que el trabajo en el medio te hace perder la curiosidad - como decía Symns - de salir a olerle el culo al mundo, salir a la calle y contagiarse de los olores, de lo que esta pasando, boludo. No puede ser que los medios no hablen de cosas tan obvias dentro de la cultura y otros ámbitos. En la pintura hay un grupo de pibes: Marcos Bainella, Lucas Mercado, Federico Lanzi, unos artistas de la puta madre. Están exponiendo en Buenos Aires, algunos son becarios de Guillermo Kuitca, ¿Cuándo leíste una nota sobre eso? ¡¡Le hacemos un monumento al policía!! Entendes, y ves tantos pibes en un estado de precariedad total.
Una constante en tu obra es esa intención de molestar.
Rep me influencio mucho. Es lo más grosso que hay acá. Él decía que siempre hay que molestar. Una vez me dijo: “lo más lesivo que uno puede hacerle al sistema es no consumir”. Una sencillez y una contundencia absoluta. Muy lúcido. Molestar implica un ejercicio de pensamiento. Es como cuando te separas, tu mujer te tira de todo y la primera reacción es: “Yo no soy así”. Después se va, cierra la puerta y decís: “Vamos a ver que pasa” y empezas a pensar. Molestar es apuntar a ciertos lugares comunes que se van sedimentando para conseguir movimiento.

¿Cómo compatibilizas esto con tu trabajo de horarios y obligaciones?Yo no quería hacer algo con lo que no me sintiera cómodo. Hay dos medios en los que no voy a trabajar nunca, (se ríe) en el que queda trabajo. Ahí tenemos libertad absoluta. Acá son muchas horas pero, para mí que soy hasta fetichista con los libros, esto es lo más. Aunque lea menos que cuando no trabajaba acá. Aparte yo puedo hacer cualquier cosa. No se si será porque soy geminiano y rata de agua, que las ratas se están escapando siempre por el tirante. Yo si quisiera, mañana dejo todo: Análisis, la MQC. Se percibir cuando hay etapas que cierran, por ejemplo dibujar historietas. No lo hago hace más de un año y no me siento mal. Escribir si, pero de un tirón, no metódicamente. Tengo una novela hecha hace unos años cuando realicé un par de viajes por Latinoamérica de mochilero con un amigo.
Ahora tengo una novelita hecha en clave, con más humor, más ácida. Se llama “Kalib se va a Miami” y quizás la edite en forma independiente. Tengo pensado venderla anticipadamente como hacía Juanele en los años 40,50.
Otra cosa que no te conté es que, con un grupo de amigos que nos llamamos Macedonia, por el lugar donde nos reunimos, hacemos fiestas, eventos y muestras. Es una especie de laboratorio social donde trabajamos y nos relacionamos tratando que la forma de organización sea lo más parecido al “comunismo” que podamos. Nos manejamos por asamblea y se genera un fondo que es común. En las fiestas en Casacueva todos hacemos todo. Es una forma de desaprender toda una carga sistémica que tenemos y autofinanciar nuestro ocio. Los situacionistas decían:”somos productivos hasta en nuestro ocio”. Estamos pagando para que nos diviertan capitales privados. Nuestro ocio es nuestro. Es una buena experiencia horizontal, sin líderes y esta bueno como ejercicio de desaprender y aprender otras formas de relacionarse aunque sea en ese pequeño momento y lugar ya que uno no puede hacerlo todo el tiempo.
En Análisis satirizan mucho a la clase política. ¿Han tenido problemas con eso?
No. Lo bueno es que a mi no me conocen mucho la cara, entendes? (se ríe) De hecho yo acá lo atiendo al Pacha Mori. Porque hay una cosa: los tipos que se saben impunes son muy cínicos. Una vez teníamos acá un cuadro de Juanele. Cae Mori y dice” ¡Un cuadro del desnutrido este! ¡Después se quejan que en la provincia hay desnutrición si tenes como ejemplo al desnutrido ese!”. Vos sabes, boludo, que a mí se me infló la vena. Me fui y lo termino de atender la Fer. Yo agarre y lo llamé a Enz: “Esto al Of The Record”. Entonces dije; “Este va a volver la próxima vez y me va a pegar una piña o a decir algo. No .Y como soy medio paranoico digo: o el tipo no sabe quien soy yo (que seria bárbaro) o tiene un cinismo tan grande que te lo refriega. Vos decís: “Puta, loco, si hay desnutrición es por gente como vos que se roba la plata, viste”. Y esto ponelo por favor, porque él es el que debería esconderse como una rata ¿Por qué uno va a andar escondiendo lo que piensa?

jueves, 18 de agosto de 2011

“EL PODER GLOBAL ES UN PODER DESAPARECEDOR”

Entrevista exclusiva con Pilar Calveiro:
Por Osvaldo Quintana



Existe algo que impulsa su vida y su obra: esa necesidad de reconstruir la memoria, desmenuzar la derrota, colaborar en un debate necesario para aliviar la mochila de las futuras generaciones, esa pesada herencia que pretenden traspasarles sin beneficio de inventario. Ex militante montonera y sobreviviente de los campos de concentración dictatoriales, Pilar Calveiro es, demás, docente, investigadora y autora de libros fundamentales como “Poder y Desaparición” o su trabajo más reciente “Política y/ o Violencia”. En momentos donde una visión recortada de la militancia setentista gana espacio en la sociedad pero no en el imaginario popular, Calveiro insiste en volver y revolver un pasado que está lejos de aquietarse porque todavía tiene mucho para decirnos de este presente.

Historias ocultas tras discursos y pedidos de justicia, relatos de militancias, triunfos y fracasos. ¿Por qué insistir con aquello 32 años después? Quizás porque este pasado todavía nos interpela. Tal vez porque esas fábulas de una sociedad inocente no cierran ni tranquilizan lo suficiente. O, seguramente, porque uno desconfía de tantas reivindicaciones discursivas de quienes se embanderan con aquellas luchas mientras continúan aplicando políticas de exclusión y exterminio.
En 1979 Pilar Calveiro, fue liberada tras permanecer año y medio desaparecida entre Mansión Seré y la Esma. Una vez instalada junto a su familia en tierras aztecas decide iniciar contactos con la universidad mexicana: le urgía reflexionar sobre lo vivido, comprender que había pasado, políticamente hablando. Confrontar teoría y práctica. Juntar y rearmar los pedazos como una forma de mitigar la decepción y la tristeza de la derrota.

¿Cómo sobreviviste económicamente en los comienzos del exilio?
Al salir de Argentina me exilé en España. Sin embargo, en esa época, la sobrevivencia en España para una mujer con dos hijas era bastante difícil. Fundamentalmente, no había trabajo y mucho menos para los extranjeros. Sin embargo fueron otro tipo de razones, de índole más personal, las que me llevaron a trasladarme a México, donde me sentí, desde el primer momento “en casa”. México me dio la doble posibilidad de trabajar y estudiar, lo que para mí era sumamente importante. Me permitió hacer una vida protegida, segura y a salvo con mis hijas, cosa que agradeceré mientras viva.

“La tarde que la trajeron al altillo de la Esma era una flaca linda y desgarbada – rememoraba años atrás Lila Pastoriza, compañera de prisión y sobreviviente - Detenida seis meses antes por la Aeronáutica venía del terror del tormento ritual que tan bien describe en sus textos (…) Cuando llegó a la Esma mantenía esa vitalidad y lucidez (…) He conocido pocas personas con su capacidad de reconstrucción, con una voluntad tan férrea”. A Lila, precisamente, está dedicado “Poder y Desaparición”, el primer libro de Calveiro: “Para Lila Pastoriza, amiga querida, experta en el arte de encontrar resquicios y de disparar sobre el poder con dos armas de altísima capacidad de fuego: la risa y la burla”.
Una de las formas de resistencia en los campos de concentración fue la risa.
El tema de la risa aparece no sólo en los relatos de los campos e concentración argentinos. Es tan constitutiva de la humanidad como el llanto, de manera que no puede extrañar que donde hay personas haya risa. El universo cerrado del campo está poblado por seres humanos que entablan formas de socialidad entre sí, a pesar de que el dispositivo intente anular su subjetividad. En estas interacciones predomina la desconfianza pero se crean asimismo ciertos lazos de enorme solidaridad; predomina el silencio, pero hay palabras decisivas; predomina el dolor pero también hay risa, risa de complicidad, de burla o de aquella inteligencia que es capaz de captar el ridículo aun en circunstancias dolorosas. La solidaridad, la palabra, la risa son contrarias al dispositivo desaparecedor y por eso, son, en sí mismas, resistentes.

Para vos, durante la última dictadura, la sociedad eligió no ver por su misma impotencia. ¿No crees que parte de esa sociedad fue colaboracionista y muchos repetían (y aun lo hacen) que “algo habrían hecho”, festejando guerras y campeonatos de fútbol?
Claro, pero lo primero que hay que señalar es que la sociedad no es un todo homogéneo. En nuestra sociedad hubo de todo: los que se enfrentaron abiertamente, los que resistieron de maneras sordas y encubiertas, los que se callaron por miedo, los que decidieron “no saber” y los que estuvieron de acuerdo con lo actuado por los milicos. Este último grupo no fue insignificante; al contrario, hubo muchos que aplaudieron. Pero además, las mismas personas, los mismos grupos sociales pasaron, según los momentos, de una a otra posición. O sea que pueden haber aplaudido en un momento, haber tenido miedo después e incluso oponer resistencia en otras circunstancias. Sociedad y Estado resuenan uno en otro, pero eso no quiere decir que la sociedad sea una réplica del Estado ni tampoco algo ajeno a él. Lo que intento decir es que la responsabilidad principal fue del Estado y que su política de controlar por medio del terror, estaba dirigida al control de toda la sociedad, no sólo de la disidencia política. En ese sentido, la sociedad fue una caja de resonancia que se hizo eco del discurso y la lógica estatal, en algunos casos o en ciertas circunstancias, y de las resistencias y desobediencias en otros. Pero lo más importante es que lo que ocurría dentro de los campos de concentración estaba fuertemente conectado con lo que sucedía en el resto de la sociedad, las formas de dominación por el miedo operaban dentro y fuera, la desaparición de lo disfuncional excedía en mucho al campo de concentración, la imposición del silencio traspasaba la “capucha” para reclamarse en las calles mismas, bajo el lema “el silencio es salud”.

En Poder y Desaparición decís que todos los poderes son asesinos en algún sentido.
Todos los poderes son asesinos porque el intento de controlar es también una forma de matar lo “disfuncional”, ya sea directa o indirectamente. Pero en realidad, me refiero más específicamente al Estado. Se podría decir que todo Estado tiene un núcleo asesino puesto que al monopolizar el derecho a la violencia legítima se atribuye el derecho de reprimir “en nombre de la sociedad”. Este derecho a la represión tiene supuestamente unos límites que el Estado no podría sobrepasar. Sin embargo, como bien lo señala Agamben retomando a Carl Schmitt, la soberanía del Estado reside en su capacidad de establecer la excepcionalidad, es decir, las circunstancias en las que el propio derecho autoriza al Estado a sobrepasar sus límites. Este derecho de excepción es el alma del Estado moderno y le reserva la posibilidad de disponer de la libertad y la vida de las personas cuando lo considere necesario para su preservación, es decir, para la preservación de la dominación en curso.

Con un Estado pretendiendo congelar el pasado reciente para modelarlo a su antojo, los derechos humanos parecen arrinconados en los últimos años de la dictadura militar. El discurso actual intenta ocultar que la brecha entre ricos y pobres es la más desigual de todos los tiempos y omite deliberadamente que esos militantes “reivindicados” dieron su vida por evitar este presente injusto. “Se arrincona a los viejos criminales mientras se violan sistemáticamente los Derechos Humanos hoy”- afirma Tato Pavlovsky en el número anterior de El Colectivo.


Una de las partes mas impactantes de tu primer libro es aquel donde hablas de un poder instaurado durante la dictadura que “se ramifica y reaparece, a veces idéntico y a veces mutado, en el poder que hoy circula y se reproduce”, “un poder que atraviesa todo el tejido social y que no puede haber desaparecido”. ¿Cómo crees que se recicló ese poder desaparecedor en Argentina y en otras experiencias históricas?
El poder desaparecedor, lejos de haber quedado confinado en el pasado, se replica y reproduce en el mundo actual, principalmente a escala global. Las redes legales-ilegales de la llamada lucha antiterrorista, montadas por Estados Unidos y sus aliados y sostenidas por buena parte de los países “democráticos”, no es otra cosa que una red de desaparición de personas, y Guantánamo (por nombrar solamente uno de sus fragmentos, quizás el más visible) no es otra cosa que un campo de concentración. Creo que es posible afirmar que el poder global es un poder desaparecedor, succionador, que “chupa”, en muchos sentidos. En el caso de Argentina, se ha hecho un gran esfuerzo social e institucional por reaparecer buena parte de los fragmentos desaparecidos de la historia, por buscar los restos que permiten reconstruir las historias. Sin embargo, hay desapariciones de otro orden, de las responsabilidades que van más allá del derecho, en particular de las responsabilidades políticas de las que casi nadie se hace cargo.

La parálisis que provocó el terror parece continuar aún hoy, a más de 30 años, con los debates sobre violencia entre intelectuales que suelen ser posturas, en el mejor de los casos, binarias entre “pacifistas” y “partidarios de la violencia irracional”. ¿No crees que no se puede dar ese debate en nuestra sociedad porque el terror todavía subsiste?
No creo que subsista el terror sino que hay cierta “pereza” en abordar temáticas que comprometen los relatos, a veces épicos, creados por algunos de los protagonistas y en los que esos mismos protagonistas se sienten “cómodos”, por llamarlo de alguna manera. Creo que en la base de esta cuestión está la relación entre política y violencia, que intenté abordar en Política y/o violencia. Sin embargo, ese texto es insuficiente. En realidad, hoy creo que más que esa dupla, habría que abordar la tríada compuesta por violencia, política y ética, donde la política está en tensión pero también en necesaria articulación con las otras dos.

“Discutir la militancia, para algunos, es signo de traición a los muertos”, ha dicho Calveiro. Tiene en claro que el relato heroico, la visión idealizada de la militancia setentista es parte del vaciamiento de la política y no tiene otro resultado que dejar al Estado con el monopolio de esta. Por eso su llamado a “comenzar a escarcharse a si mismos”: “Ellos murieron por un proyecto y la única respuesta digna es hacer un balance político, romper con el disimulo y poner sobre la mesa lo vivido. Hacerse cargo para entender que le pasó a cada uno desde el lugar que ocupó y ocupa, para replantearnos cómo es esa relación entre violencia y las formas actuales de hacer política”.

- En tu último libro hablas de una doble articulación de la violencia en relación al poder instituido y las formas de resistencia a ese poder. ¿Cómo reformulas esta relación a la luz de nuevos movimientos sociales como el Zapatismo y los “Sin Tierra”, por ejemplo?
Básicamente, la violencia estatal, es decir institucional, opera para mantener la dominación y es, por lo mismo, una violencia que se multiplica sobre sí misma, que se impone para aplastar o asimilar todo aquello que la desafía. Por el contrario, la resistencia utiliza formas de la violencia pero sólo como mecanismo para detener o frenar la violencia institucional. No pretende sobrepasarla; no intenta tener una mayor potencia de aniquilación sino que se mueve en otro campo: crea su propio juego y se sale de los límites de lo instituido hacia otros terrenos, tratando de eludir la violencia estatal pero también de detenerla por distintos medios. Sus actos de “fuerza” son medidos, bordean un terreno resbaladizo en el obligan al poder a escuchar lo que no quiere oír, visibilizan lo que se esconde, imponen de muchas maneras y, en este sentido, recurren a distintos actos de fuerza pero tratando de contener la violencia en lugar de potenciarla. Creo que los zapatistas y los “Sin Tierra” se mueven de esta manera.

El l”caso López” circunscripto a los estrados judiciales, la policía y la Side. ¿Quiénes confían en estas instituciones? ¿Quién puede afirmar que el Estado dejó de torturar y matar en “democracia”? ¿De que se trata, entonces la sancionada Ley “Antiterrorista” exigida por Estados Unidos que, con el pretexto de la lucha antiterrorista, penaliza la protesta social y extiende el poder de represión aumentando enormemente las atribuciones a funcionarios policiales, servicios de inteligencia, jueces y fiscales, abriendo el camino para penalizar todo tipo de organización popular que para el gobierno resulte “terrorista” o “golpista”?

- La democracia en Argentina parece mantener el mismo orden perverso que el que entronizó el exterminio para imponer planes políticos y económicos que fueron la continuidad de algo que sigue hasta nuestros días. ¿Qué evaluación haces sobre la desaparición de Julio López y, lo peor de todo, no tener ningún indicio de el y sus secuestradores a igual que en el período dictatorial?
No creo que la democracia actual mantenga el mismo orden de la dictadura, de ninguna manera. En particular, la desaparición de Julio López lo pone claramente de manifiesto. Mientras la desaparición de personas durante la dictadura constituía una política represiva del Estado, la desaparición de Julio López fue una maniobra para impedir la continuación de los juicios impulsados por el propio Estado. O sea, los responsables de la desaparición de Julio López no fueron personeros del Estado sino sus enemigos. Creo que un crimen de esta naturaleza se puede cometer sin dejar rastros, en particular por personas entrenadas para ello y, hasta donde sé, no me parece que en este caso se pueda aducir complicidad alguna por parte del Estado.


Por último Pilar, ¿Qué significado tiene hoy para vos la palabra militante?
Yo tengo un alto concepto de la política. No coincido con Hannah Arendt en el sentido de que donde empieza la violencia acaba la política. Al contrario, creo que hay una relación necesaria entre política y violencia, como también la hay entre ella y la ética. Este tipo de política que comprende la acción, que se reconoce como relaciones de fuerza pero cuyo horizonte y cuya práctica de cada día está interpelada forzosamente por la ética, es decir, por la anteposición del Otro, parece un espécimen casi en extinción. Sin embargo, creo que éste es el sentido fuerte de la política que, tarde o temprano, habrá de recuperarse. Creo que hay que recuperar la idea del servidor público del buen republicanismo. La palabra militante, para mí, sólo puede entenderse dentro de esa forma de la política que no es simple gestión, que no es profesión ni carrera, sino compromiso con los otros, pasión por un proyecto en el que creemos y, sobre todo, servicio.

Gracias especiales a Patricia Fontelles.
NOTA APARECIDA EN REVISTA EL COLECTIVO.mayo 2008

martes, 16 de agosto de 2011

“UNO TIENE QUE VIVIR AHORA COMO PIENSA QUE DEBE SER EL MUNDO DEL FUTURO”


Charla con Tato Iglesias, educador popular.
Por Osvaldo Quintana
Aceptar o resistir. Solo dos opciones. El sistema ha instalado esa idea de aceptar o resistir los proyectos impuestos: o aceptandolos pasivamente o atrincherándonos cada vez mas en el prologo de nuestros sueños. El modelo consiguió que quedaran en desuso terminos como cambiar el mundo. Un termino poco usado en estos tiempos que se ha intentado borrar de nuestras vidas la idea y la accion efectiva de que este mundo injusto puede y debe ser cambiado. Parece hoy en dia un termino perimido, acuñado por un puñado de nostálgicos.


La falta de esperanzas, los horizontes estrechos del posibilismo y las derrotas sufridas han intentado ahogar esa corriente vital que nos mueve y conmueve, esa razon de ser de la que se nutren necesariamente los cambios.

Tato Iglesias cree en la necesidad de pensar la realidad desde un nuevo paradigma, de pronunciar palabras que anuncien encuentros, de desatar el nudo a esas palabras desvirtuadas. Su enemigo es el inmovilismo. Por eso desde hace diez años echó a rodar a la Universidad Trashumante. Trashumar, buscar las mejores tierras, la mejor gente. Salir al encuentro de ese otro país. Y escuchar mucho.

Este año se cumplen diez años de la Trashumante. Ya se hizo un festejo en Junio en Córdoba donde cantó el Rally Barrionuevo, entre otros, ante 3500 personas. Ahora se hace el segundo festejo el 14 de Noviembre, también en Córdoba. El último se va a hacer en Rosario cuando vayamos al Encuentro Nacional de La Universidad Trashumante , en Diciembre.

Yo soy entrerriano, de Concordia. A los 5 años nos fuimos a Buenos Aires con mi papá que era peronista. El fue el primer gerente argentino del Ferrocarril Mitre. Ahí hice la primaria, secundaria y universidad. De ahí me fui a trabajar a Incupo en Reconquista, al Norte de Santa Fe. Después trabajé en la Universidad del Litoral y, en el 74, estuve viviendo en San Luís.

¿Te exiliaste durante la dictadura?
No pude. Yo tenía seis hijos. La pasé ahí. Me metieron en cana. Me largaron dos veces. Sobreviví vendiendo vino, agua mineral, cerveza. Después tuve una empresa de boxeo porque me gusta mucho. Después estuve trabajando en una droguería.

También anduviste por Brasil.

Estuve viviendo en el 85. Yo soy sociólogo, pero no uno convencional. Esa es mi profesión pero mi pasión pasa por la Educación Popular. Yo lo conozco a Paulo Freire de libro, ya en la década de los 70. Su obra fue una de la más prohibida durante la dictadura. Cuando me reincorporan a la Universidad ocurrió un proceso interesante: no podía dar clases. Yo siempre di clases sin papeles a la vista. Entonces hice un proceso de reflexión y le escribí una carta sin conocerlo. La gente que trabajaba con el me contestó y me fui. Estuve en San Pablo casi un año. Ahí nos hicimos muy amigos. Después yo lo llevé a San Luís. La única provincia que conoció Paulo fue San Luís. Fue en el 95, plena época menemista.

Falleció al poco tiempo.

Al año. Su llegada fue una cosa impresionante. Tres mil y pico de personas en un club. Los taxistas decían: “¿Quién viene, un gurú?, ¿Qué vende?” No entendían que por ese hombre que transmitía ideales haya ido tanta gente. Fue una cosa muy revolucionaria porque a todo el mundo le dio esperazas de que se podía cambiar, aún en la situación en que estábamos. A mí me impresionó mucho su humildad. Cuando el vuelve a Brasil del exilio, en el aeropuerto había 5000 personas esperándolo. Un intelectual muy particular. El no podía andar por la calle. La gente le pedía autógrafos. También había un aprovechamiento constante de él.



Me acuerdo del caso de una norteamericana que vino a hablar con el a San Pablo. Le pidió para filmarlo. Paulo le salió de garante de la casa, después se fue y la tuvo que pagar el. Después nos enteramos que vendía el video en Estados Unidos. Era demasiado confiado para mi gusto.

Cuando vino a San Luís estábamos comiendo y yo quería preguntarle sobre sus proyectos y el me dice: “¿por que no me cuenta algún proyecto suyo?”. Tenía esa cuestión de escuchar. Después la capacidad teórica a partir de las prácticas que hacía. Era una persona genial, extraordinaria.

Te transmitió eso de escuchar al otro.
Si uno no escucha, no aprende. No puede comprender, no puede reflexionar. No puede hablar. Justamente cuando salgo de gira con la Trashumante y le cuento el proyecto, él me dice: “Ya que va a salir Roberto, escuche mucho”. Porque los docentes y los padres, en general, están acostumbrados a hablar, no a escuchar.

Tiene que ver con el saber. Si uno no escucha es porque se siente dueño del saber. Si solo hablas y no escuchas…
- Crees que tenes todo el saber. A mi me impactó muchísimo. Otra cosa interesante que me dijo es “yo no quiero que me copien”. El escribía y hablaba como dejando huecos. Entonces la gente podía pensar por sí sola. Tengo toda su bibliografía leída y tengo mis propias ideas. El no me ha marcado de manera de formatearme y repetirlo. Yo a partir de eso creo. ¿A la Universidad Trashumante la creó Paulo Freire? No tuvo absolutamente nada que ver. Pero no se si sin su pensamiento se me hubiese ocurrido. ¿No se si está claro lo que estoy diciendo?

OTRO PAIS

Decís que la función de la Trashumante es el de contribuir a construir un país más justo.
No, construir otro país. No un país más justo. Este país ya está perdido. Nosotros partimos de la idea de que hay, al menos, dos países: el de las mayorías y el de las minorías. Los gobiernos gobiernan para las minorías. Hay que ver como creamos otro país distinto a este. En el fondo estoy diciendo que no se puede crear otro país dentro del capitalismo. Esto no quiere decir que tengamos que ir hacia un socialismo. Creo que ambos modelos han demostrado en la práctica que no pueden superar el tema de la marginalidad, de la pobreza, de la exclusión. Hay que ir pensando en un paradigma distinto. Esto es muy dificultoso porque la gente tiene otras ideas en la cabeza, impuestas por los poderosos. Vos lo ves en los barrios, en los pueblos, el tema de los planes sociales, esas cosas han arrodillado mucho a la gente. Pero, bueno, me parece que hay que estar, hay que resistir, hay que proponer, trabajar, estar en movimiento. El que está quiero, muere.

¿Ves mucha diferencia en la gente de cuando empezaste a hoy?
Sí, porque en aquel momento veníamos de una dictadura. Mucha gente en la década del 80, los alumnos recuerdo, querían saber, preguntaban, se movilizaban, iban a los barrios. Y los barrios en sí eran totalmente distintos, porque todavía los gobiernos democráticos no habían tenido tiempo de hacerlos propios a traves de las unidades básicas o lo que sea. Hoy es totalmente imposible. Podes ir a hacer un comedor que, en el fondo, es funcional al gobierno. O hacer un apoyo escolar que, esta bien hay que hacerlo, pero son funcionales a lo que el gobierno quiere. No molestan. Al contrario, ayudan. Es jodido lo que estoy diciendo pero es así.

La primera pregunta que hacen en los encuentros es “¿Cómo cambiar el mundo?”
Sí, o la segunda. La primera es ¿Qué problemas vemos en la realidad? Porque a partir del problema y su visualización y de ver si ven causalidad en esos problemas y si tienen esperanzas viene la pregunta si es posible cambiar el mundo. A nosotros nos parece que esta idea es una idea fuerte que, por ejemplo, en Europa se ha perdido por completo. En Estados Unidos también. Por eso hablan de innovar, de desarrollarse pero no de hacer una revolución. Entonces, si uno tiene fuerte la impronta de cambiar el mundo, se trabaja mas aliviado. Uno va caminando con angustias pero con esperanzas.

Esto tiene mucho que ver con el conocimiento, con la educación.
Sí. Para nosotros hay tres ejes que son claves: la información, la formación y la comunicación. Yo entiendo que a los pibes hoy les resulta difícil porque está todo muy confuso. Y lo primero que tienen que hacer es saber de quien son los medios, para donde tiran, quienes son sus ideólogos. Esto no quiere decir que no se formen. Aparte hay muchos medios críticos en revistas, en Internet, portales que tienen información distinta. La cuestión de la formación: la escuela capacita pero no forma. Y capacita hasta cierto punto pero no forma para comprender lo que está pasando en el mundo. No se discute en la escuela lo que pasa en el mundo.

No se pretende cambiar nada sino tratar de adaptarse a lo que ya esta hecho.
Claro. Y la comunicación para que todos aquellos que están enredados en cambiar el mundo, bueno, que tengan cierto tipo de comunicación.

¿Como evalúan?
Nosotros hacemos la evaluación de cada taller ahí en el lugar. Fijate vos que descubrimos varias cosas. Por ejemplo: la presentación en los talleres. Nosotros hacemos todo lo contrario al sistema educativo: no damos certificados, no tenemos cupos, no hay ningún requisito, puede entrar cualquiera y, a su vez, los tiempos son totalmente distintos. Por ejemplo, la presentación es libre. Generalmente pedimos que salgan de lo tradicional. O sea: “soy maestra, tengo 2 hijos, me gusta lo que hago”. Les ponemos preguntas para que puedan pensar. Por ejemplo: ¿qué proyectos tienen? ¿Qué cosas los emocionan? Después viene el taller. Con la evaluación a veces nos hemos quedado hasta las 5 de la mañana. Y tiene una alta emotividad. Todo eso lo registramos. Después hacemos devoluciones que llamamos crónicas. Hay infinidad hechas. Es un proceso interesante. Los pibes han aprendido a sistematizar, a cronicar. En cada pueblo donde vamos pasando hay una crónica y eso después lo volvamos e libros. Se llaman Crónicas de Viaje. Nosotros tenemos tres. Nos faltan tres o cuatro más.

Las llamadas Ongs han crecido mucho en el país luego del 2001.
No hace falta hablar mucho: para mi son O.G. Antes eran organizaciones no gubernamentales, autónomas del gobierno. Hoy son O.G., la gran mayoría están financiadas por el gobierno. En San Luís, por ejemplo, la mujer de Rodríguez Saa tiene una fundación para luchar contra la droga. ¡No se que va a hacer con el marido!

¿Cómo son las relaciones que tienen con el Estado y la izquierda tradicional?
Nosotros, en general, somos autónomos de los partidos políticos y creemos que los partidos de izquierda, presentándose a elecciones avalan una democracia capitalista. Un grave error. Por eso tratamos de hablar siempre de los movimientos sociales, territoriales, que también han ido cambiando porque el Estado (esto lo dice Zibechi en su último libro). De aquel estado benefactor pasando por el Estado neoliberal, estamos en un Estado que entra a los territorios y copta a los movimientos sociales, los hace propios. Les saca el conflicto a los territorios, por un lado y, por el otro, los coota y los tiene de su parte.



¿Que grados de autonomía tienen los distintos grupos en la Trashumante?
En general hay dos conceptos que hemos trabajado mucho: la autonomía y la horizontalidad. Los 2 son conceptos teóricos, después hay que desarrollarlos en la práctica y no es fácil. Tiene que ver mucho con esto: “Si vos queres ser horizontal y sos referente, para que aparezcan otros tenes que desaparecer vos, así de simple”. Esto no quiere decir que no sigas siendo referente. Pero aparecen otros con otras ideas otros pensamientos, otra energía, otros aportes. Esto hace a la horizontalidad y la autonomía. Esto hoy más que nunca nos parece fundamental. Nosotros somos anárquicos. No recibimos fondos de nadie. No queremos fondos ni de la universidad porque la universidad se ha apropiado de la extensión universitaria y las políticas del kirschnerismo también apuntan a coptar todo lo que se mueve en extensión universitaria. Te meten ahí dentro y te coopta.

Hay escaso compromiso en muchos grupos.
Sucede que hay mucho desaliento. Me parece que ha sido tan grande el avance que la gente está confundida. Por ejemplo, con esto de Estados Unidos y la crisis, la gente no lee, no se informa. Entonces, es difícil. Nadie puede captar que toda esta movida fue el mayor robo que el capitalismo le hace a la gente. A esto lo vamos a pagar nosotros los contribuyentes en todas partes del mundo sin tener nada que ver. Ni siquiera uno sabe que estamos en crisis. Es bastante doloroso. Yo vivo en un barrio de San Luís y he intentado hablar con los vecinos para vez algunos problemas, y no les interesa. Están ahí, sobreviviendo como pueden.

¿Que se puede hacer con eso?
Creo que, por ahora, hay que seguir andando. Esperar que entren más en crisis esto de los planes sociales... En San Luís había 70.000 y ahora quedan 30.000. Esto aumenta el nivel de conflictividad, dentro de las sociedades. Mucha gente desocupada. Hay que seguir haciendo talleres pero sin mostrar mucha visibilidad, no hace falta. No queremos que nos conozcan ni salir en televisión, no nos interesa. Al contrario. Porque uno puede trabajar más tranquilo. Pero te quiero decir esto: la esperanza está en la lucha y en la creencia de que podemos ganar. Y vamos ganando cuando vamos haciendo lo que nos gusta.

Como va el proyecto de la Universidad del Mocase.
Estamos en el cruce de que modelo vamos tomando. Al principio habíamos tomado el modelo universitario, que la Universidad Nacional de San Luís diera el aval a esta universidad pero, viendo como se fue desarrollando el modelo universitario, estamos como desistiendo, viendo si conviene ser una escuela autónoma y que rindan exámenes para tener el título. También estamos desistiendo y viendo que chance hay de armar una escuela totalmente autónoma pero, claro, tiene la dificultad de no tener el título y todo eso. Entonces en esa discusión estamos, que es bien profunda. Hace ocho años que estamos trabajando con ellos.

La última pregunta Tato. ¿Cómo cambiar el mundo hoy?
En realidad, como te decía antes, el mundo va cambiando a medida que vas andando, que no estás quieto, que estas en movimiento, que no te entregas, que sos coherente. Que no decís una cosa y haces otra. Que tu vida personal da prueba y testimonio de que vos estas queriendo cambiar. Es decir, uno tiene que vivir ahora en todo sentido, como piensa que debe ser el mundo del futuro. (ESTA NOTA SALIÓ EN REVISTA EL COLECTIVO DE DICIEMBRE 2009)

EL MENTIROSO PERIODISMO MILITANTE KIRCHNERISTA

Por Julio Majul (*)




El último atropello a la razón del kirchnerismo es el autoelogio a sus “periodistas militantes”, que serían “los únicos auténticos periodistas”, no como los “periodistas profesionales”, que escribirían según el criterio de las patronales.

Veamos un poco el tema en serio, despojándonos de las estupideces que se repiten como mantras, seguramente por reflejo del nazi Goebbels: “miente, miente, que algo quedará”.

Un cachito de historia
Hay que saber que, en pleno conflicto del campo y luego de pelearse a muerte con su hasta entonces socio amoroso, el grupo económico “Clarín”, Néstor Kirchner personalmente redobló sus esfuerzos para convencer a periodistas (algunos brillantes) y los autodenominados intelectuales; a estos grupos, Néstor los adulaba y los retaba, según su estilo usual: se quejaba de que “tenemos que defendernos nosotros solos, porque ustedes, que son nuestra fuerza de pensamiento, no nos defienden como pueden y deben”.

Así, a fuerza de puro empujón kirchnerista, nace el grupo de intelectuales “Carta Abierta”, bajo la batuta, se cree, del autodenominado filósofo Ricardo Forster, cuya columna en “Veintitrés” se titula, humildemente, “Materia gris”.

Cómo se desarrolla el periodismo militante

Pero el periodismo militante no nace entonces; esa fue la prehistoria.
La historia del periodismo militante comienza cuando el kirchnerismo entra a repartir verdaderas fortunas para desarrollar sus militantes. No es cuestión solamente de escribir o hablar disparates sin recompensa; bolaceamos, pero nos pagan muy bien.
Y esta es la verdad del periodismo militante: periodistas ultrakirchneristas, algunos realmente convencidos, muchos seducidos por el dinero, otros por las mieles del poder y las alfombras rojas, como el caso lamentable de Horacio Verbitsky.

Y precisamente Verbitsky es un ejemplo (lamentable para quienes lo admiramos) de cambio de tono, al principio sanamente convencido de las bondades kirchneristas, como lo estábamos todos: la época de la borratina de la oprobiosa Suprema Corte menemista, de la defensa de los derechos humanos, del “¡Proceda!” al militar que descolgó el cuadro de Videla… el Verbitsky que escribió esa maravillosa “Robo para la corona”, que denunció los robos menemistas, nada dice ante el afano descarado de los dineros públicos por allegados al kirchnerismo; nada ha dicho de Julio De Vido, de tantos empresarios pequeños devenidos en propietarios de fortunas al calor de la amistad de los gobernantes.

No puedo creer sino que el cambio para horrible operado en Verbitsky sea fruto de su acercamiento al poder, de los elogios repetidos, y de las muelles alfombras rojas y los picaportes dorados que se recrean en la Casa de Gobierno porteña.

Eso es el periodismo militante kirchnerista: algunos por una cosa, otros por otra, pero todos unidos en ocultar las lacras del gobierno y denunciar a todos los que discrepamos con él por “destituyentes”, el término acuñado precisamente por Carta Abierta.

Era otra época, claro…

En la negra noche de la dictadura que encabezaran Videla, Massera y Martínez de Hoz éramos pocos los periodistas que nos animábamos a decir lo que pensábamos, nunca todo lo que pensábamos porque nadie se suicida. Acaso una excepción fuera Robert Cox y los escribidores del Buenos Aires Herald, que decían lo que ni yo me animaba.

En Entre Ríos habían dos medios que intentaban filtrar la verdad: el Interdiario (salía tres veces por semana) “La mañana” de Victoria, que dirigía el César “Chacho” Jaroslavsky, y “Noticias”, el antecesor de El Día. El poeta Horacio Alippi, que formó conmigo toda la redacción de Noticias los últimos años, me dijo que había contado cuatro mil notas escritas por mí contra el gobierno de Videla-Massera-Martínez de Hoz. Cuatro mil artículos.

¿Cuántos habrán escrito los Kirchner y sus amigos santacruceños de entonces?
¿Saben cuál fue la heroica militancia de los Kirchner y sus amigos entonces? Pues abrieron su Estudio jurídico y se dedicaron a hacer mucha plata (mucha, mucha, ¿eh?) ejecutando a desdichados deudores hipotecarios.

Política, nada. Pero bueno, nadie está obligado a no tener miedo.

Y ¿qué hizo Néstor Kirchner durante los más de diez años que gobernó Santa Cruz por los derechos humanos? Nada, la nada más absoluta. Ni siquiera conmemorar los 24 de marzo, qué sé yo, decir un discurso sobre los años de plomo. Nada.

Estos son los inventores del rescate de los derechos humanos en la Argentina.
¿Por qué lo hicieron? Por conveniencia. Por poder. Por plata.

¿Qué derecho tienen a decir algo al Chacho o a mí? ¿Qué derecho tienen a agraviar a tanta gente?
Igual, muchos de los “periodistas militantes”, casi todos asustados perritos falderos de los militares del oprobio, en los años de plomo.
Claro que era otra época. Y otra gente.

Casos paradigmáticos

En este texto hecho al correr de la pluma (del Mouse, bah) quiero dejar como final el recuerdo de dos hechos recientes, que merecieron tantas palabras huecas en las redacciones de Página 12, Veintitrés, Miradas al Sur, 6-7-8, la Tele “Pública”, Víctor Hugo & demás empresarios que se enriquecen con nuestra plata entregada por el kirchnerismo.

Quiero hablar del caso Schocklender y del caso Zaffaroni.
En el caso Schoklender, lo que todos queremos es que la Fundación Madres de Plaza de Mayo aclare qué pasó con tanta plata (estamos hablando de muchos millones de pesos) que pasó del erario público a los bolsillos de Schoklender y sus amigotes; todos, vulgares ladrones.

¿Cuál es la respuesta de los heroicos periodistas militantes?
Que estamos tratando de destituir al gobierno kirchnerista, atacando a un símbolo de la lucha nacional y popular del gobierno, como son las Madres y sobre todo Hebe de Bonafini.

Semejante pavada, falaz y descaradamente repetida cual mantra sagrado por la corte de heroicos periodistas militantes (muy bien pagos, se insiste) se asienta en la falsedad. Nadie (que yo sepa, al menos) ha cuestionado a las Madres. En mi caso, y en el de muchos otros más valiosos que uno, como Martín Caparrós, si lo hiciéramos estaríamos atentando contra nuestra historia y nuestros ideales. Claro que como el kirchnerismo inventa su propia historia y no tiene ideales, puede decir cualquier mentira con carita de ángel.

Con todo este bolaceo, se olvida lo que se planteara, que era (y sigue siendo) cómo la Fundación permitió que un grupo de ladrones se robaran el dinero del pueblo. Cómo el gobierno, a quien Felisa Miceli (vieja kirchnerista) advirtiera un año antes que las cuentas de la Fundación no cerraban, tardó más de un año, y se necesitó que se desatara el escandalote público que se desató, para iniciar algo parecido a una investigación, que si es conducida por el juez Oyarbide ya sabemos cómo terminará…

Y en el caso Zaffaroni, más o menos lo mismo: se descubre que en varios departamentos propiedad del prestigioso jurista se ejercía la prostitución. Y se pide que el juez de la Corte Suprema de Justicia de la Nación aclare lo que pasa.

No soy yo que alquiló cinco departamentos a prostitutas. Ni es Gustavo Rivas, por ejemplo. Es un Juez de la Corte Suprema, nada menos.

Y nadie lo acusa de nada. Más aún: casi todos los que estamos preocupados por la cuestión es por el costado ético del asunto. Queremos que al menos Zaffaroni nos aclare, nos tranquilice, cómo pudo pasar esto.

Antes que el propio Zaffaroni aclare nada, sale el coro de heroicos periodistas militantes (muy bien pagos, repito) acusando que el fondo de la cuestión es que se ataca a Zaffaroni para atacar a la presidenta, que fue la que lo puso en el cargo.

Se olvida que no fue Cristina la que manda el pliego de Zaffaroni al Senado. Fue Néstor. Y que no lo nombraron ni Cristina ni Néstor: lo nombra el Senado de la Nación.
Se intenta convertir un clarísimo caso de pedido de aclaraciones en un ataque a quien se presenta como ejemplo de kirchnerismo.

Todo falso: nadie pide que se “destituya” (curiosamente, el coro de alcahuetes usa el mismo término de hace tres años) al Juez. O sí, lo piden algunos políticos de poca monta intelectual. Lo que la mayoría pedimos es que Zaffaroni nos aclare qué pasó. Porque siempre confiamos en su integridad moral, porque el pueblo tiene que saber qué pasó en la conducta de un Juez de la Corte.

Igual que en el caso Schoklender, se falsea todo para inventar algo que cuaje con el relato inventado de las heroicidades kirchneristas, que como hemos dicho nunca existieron.

Lo peor
No puedo terminar sin aclarar que periodistas militantes fuimos César Jaroslavsky o quien esto escribe, que decíamos lo que pensábamos pero también publicábamos las réplicas y las opiniones de quienes no pensaban como nosotros.
Y que lo hacíamos gratis; y en mi caso, perseguidos económicamente hasta obligarnos a cerrar el diario.

Que nos comparen con este rejunte de alcahuetes bien pagos me ofende.
¿De qué periodismo militante nos hablan? ¿Del periodismo ejercido desde el poder y bien pago? Eso es un repugnante negocio, con nuestro dinero.
Eso es destratar al periodismo.

Julio Majul (*) es periodista y abogado. Senador Provincial MC.

lunes, 15 de agosto de 2011

PUERTO SANCHEZ, REFUGIO DE PESCADORES


Por HORTENSIA TORRES

“Voy a calentar agua para el mate” dice al verme llegar. Él es poeta, pescador, artesano, conocedor del río y la vida en la isla como la mayoría de los habitantes del lugar. El “Beto” Martínez tiene su casita en la zona más alta de la barrancas del barrio Puerto Sánchez. Me acomodo en un sillón playero remendado con tela al lado de una canoa que tiene escrito en su costado “Los carachentos”, rodeado de lapachos, ceibos, sauces y aromos, mientras un par de gallinas flacas escarban las raíces de un cañaveral que sirve de cortina divisoria con la casa de los vecinos.


Son las tres de la tarde, la siesta paranaense parece detenerse en el paisaje costero. Sobre una altura de 50 metros frente al río, uno puede abarcar con la mirada los más de dos mil metros de ancho del correntoso Paraná.
Se ven pasar todo tipo de embarcaciones, piraguas, kayak, veleros, canoas a remos, lanchas, una draga arenera que trabaja en la zona. Hasta una barcaza que lleva el producto de la tierra o contenedores con camionetas 4x4 que navegan río arriba.
Mas abajo, en la orilla, chicos de entre 5 y 10 años juegan a arrojar piedras al río mientras otros tiran su caña mojarrera entre canoas de maderas amarradas a los sauces.
El Beto tiene alrededor de 50 años, pero aparenta más, posee la piel oscura por el sol del verano y reseca por el frío y el viento del invierno. Calza unas alpargatas bigotudas, que dejan ver sus dedos y una remera azul, que dice “Viví el río en Paraná”, regalo de la Secretaría de Turismo. Es además integrante de “Baqueanos del Río”, un grupo que brinda servicios de Turismo Cultural y Alternativo en la ciudad de Paraná. El Beto también posee un museo de la Costa pero, por falta de infraestructura, tiene guardadas las piezas en su propia casa. Por eso, cada vez que debe hacer presentaciones o muestras, se encarga de desenvolverlas una a una: “con el lógico deterioro de las piezas que fui juntando a lo largo de los años”, dice casi resignado. En esta época pareciera mucho pedir que los gobiernos de turno ayuden pero, pese a todo, sigue recopilando y atesorando un gran patrimonio cultural que representa la memoria de la costa.
Puerto Sánchez, está ubicado cerquito del balneario Thompson, al pié de la barranca del río Paraná. Tiene una vista privilegiada que es cita ineludible del turismo ávido de conocer la vida, el trabajo y la idiosincrasia de los habitantes de la costa.
Los que llegan hasta la zona, pueden disfrutar del color y el aroma del paisaje costero, charlar con la amable gente del lugar y luego acaso, comiencen a comprender la dura vida del sufrido luchador, del marginado poblador ribereño.
La mayoría habita el barrio desde su nacimiento, otros lo eligieron por el paisaje. Con una topografía muy particular, la gente fue colgando sus ranchos en la ladera de la barranca. Con las periódicas crecidas o inundaciones, varias familias fueron corriendo sus casitas a la parte más alta. Otras se fueron del barrio con el lógico desarraigo.



A la hora de hablar de los orígenes de ese añejo barrio de pescadores de la ciudad de Paraná, los relatos coinciden en que, en sus inicios, el lugar se utilizaba como puerto natural donde se cargaban palos, frutos y vacas. Fue conocido, primero como la falda del Morro. “El nombre varió con el tiempo a raíz de que la persona que cuidaba las tierras pertenecientes a Etienot, se apellidaba Sánchez” dice el “Beto”. Con el mate como silencioso testigo, me cuenta aquellas historias que fue juntando a través de relatos orales de pescadores que ya no están.
En un cuadernito de hojas amarillentas tiene anotados nombres y apodos de cada uno de los pescadores que vivieron y aún viven en el barrio Ahí uno puede leer: el “Tigre” Villalba, el “Negro” Murengo, Loa Páez, Sandalio Britos., el “Gringo” Acosta y María López, Aclara que este último es un pescador ya que antes los padres te anotaban según el almanaque.
“Acá todos nos conocemos por el apodo. Ese, es el lobizón”, dice mientras saluda con la mano a un pescador corpulento que está arrimando su canoa a la orilla.
Los vecinos de Puerto Sánchez sirven de inspiración a poetas y escritores, uno de ellos, Jorge Méndez, en su famosa canción pinta la idiosincrasia del vecino de Puerto Sánchez “…en mi Paraná, la canoa pescadora se deja llevar, un murmullo palanquero, un lento matear, un gurí descalzo juega, con arena nada más, se despierta Puerto Sánchez en mi Paraná.”…Allí abajo el río ilumina la vida, a pesar de la basura que arrastra por la costa. La isla bordeada de sauces con pegados camalotes a la orilla se mece con la brisa suave. De tanto en tanto, el canto de un zorzal, el chistido de los horneritos y el silbido de alguna calandria simulando el trino de otra ave, se cuela por entre los árboles y recuerda que el día está terminando.
Los yates, veleros y piraguas empiezan a volver a sus amarraderos. También los pescadores, después del último recorrido al espinel, comienzan a regresar en canoas y lanchas para entregar su magra cosecha a los acopiadores que esperan en la costa.
Por el oeste, el sol empieza a esconderse detrás de los edificios de la ciudad. Al Este, la luna llena se asoma sobre el río, su reflejo se cuela por entre las ramas de sauces y ceibos que bordean la costa de la calle del pescador. Antes de que El Colectivo partiera con la promesa de volver a sentir el paisaje del lugar, el Beto nos regaló unos poemas que escribió a un amigo y a sus vecinos, los pescadores:

Poemas de la Costa

Yo, que sé de madrugadas
de lento bogar aguas arriba.
Yo, que se de faenas de mallas
en las canchas de arrastre.
Yo, que compartí el mate amargo
y la polenta aguachenta.
Yo, que vi el sol amanecer
prendido a los espineles
sintiendo el tirón de los bagres.
Yo, que he leído en los rostros
penas y alegrías.
Te brindo mi homenaje
Hombre del Río.
Centinela de las islas. Para que sepa que no estás solo
¡pescador del PARANÁ!



A un Vecino de Puerto Sánchez

Los sauces lloran una lágrima más
por la muerte de José Giménez
Primero fue por su madre
luego fue por él.
Yo que me sentí su amigo
porque conocí su amor por el Río,
me apena por que haya muerto.
Muchas veces me contó las necesidades de volver.
De la manera de llenar al faltante
Plantando sauces en el terreno de su casa,
de la forma que se desangraba
cada vez que tenías que irse.
Y de las alegrías del regreso
al Puerto Sánchez o a las Conchillas.
A pesar que duermes allá lejos
Aquí en nuestro querido barrio
no te olvidaremos.
Ya formas parte de esta legión
de hombres, mujeres y niños
que desde el cielo nos acompañan
protegiendo a los costeros.
¡Qué en paz navegues!

(nota aparecida en la revista EL COLECTIVO de hace unos años)